Con cierta periodicidad en diversas ciudades europeas se producen graves disturbios que han costado vidas en alguna ocasión. Sucedió en París en varias ocasiones en los últimos cinco años. Atenas fue también escenario reciente de protestas violentas y sangrientas. Las calles de nuestra Vasconia han sido tristes testigos de frecuentes ataques borrokas. En casi todas ellas, se daba la circunstancia de que población marginal, de origen generalmente humilde y manipulados siempre por grupos de la izquierda radical han iluminado con llamas de barricada las que debieran ser tranquilas calles de una civilizada Europa.
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Lo que pasó este pasado fin de semana en Pozuelo es diferente. Es además un síntoima de algo turbio, sucio y preocupante. Las características son diferentes. En los casos anteriores, se trataba de protestas por causas reales o imaginarias, de muertes de inmigrantes, de crisis económicas o de reclamación de un estatus político determinado para una región.
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En Pozuelo no se ha dado nada de esto. Los que han provocado los disturbios, a falta de mayor información policial son, con bastante probabilidad chicos lindando, por arriba o por abajo, la mayoría de edad, de clase acomodada, votantes (potenciales) de partidos conservadores, muy probablemente desencantados de la vida ya que tienen todo lo que quieren, posibles propietarios de una moto que ni merecen ni necesitan y que manejan un presupuesto mensual que para sí quisieran muchos padres de familia en el paro...
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Y surgen, lógicamente una serie de preguntas: ¿Por qué? ¿De dónde sale esa furia destructora irrespetuosa con la propiedad y con los agentes de la autoridad? ¿Qué es lo que impulsa a un "niñato bien" (o a una manada de ellos) a atacar a la policía en el municipio más rico de España?... ¿el alcohol? ¿que, como leí esta tarde en un foro pozuelero, las fiestas estaban mal organizadas y acabaron muy pronto? No me lo puedo creer.
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Mi diagnóstico es simple. En España la familia ha dejado de ser el núcleo básico de la sociedad en la que el niño y el joven aprende a distinguir el bien del mal, aprende a respetar lo ajeno y a reconocer la autoridad de padres, profesores, policía y mayores en general, aprende a labrarse un futuro digno con su esfuerzo. Cuando todo esto falla, y en España más que en ningún otro sitio falla desde hace una generación, no existe más regla que la voluntad degenerada de los niñatos insolentes, malcriados y «pijos» de nuestras ciudades. Verdaderos rebeldes sin causa.
4 comentarios:
Hago mía tu acertadísima reflexión final y, con tu permiso, te cito en Arriba.
Un abrazo fuerte
Muchas gracias, tocayo.
Hoy el ABC ha copiado en su editorial el título de este artículo. El País ha copiado como título de su editorial la última frase de este post.
Un abrazo
Abu
Hay artículos que parecen que leen el pensamiento de uno. este es uno de ellos.
Felicidades.
Muchas gracias compañero
Abu
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