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Hoy, esta noche, nos decía nuestro párroco es día de recordar a Francisco Gajownieczek, aquel por quien San Maximiliano Kolbe, dió su vida una tarde del verano de 1941 en Auschwitz, haciendo vivo el testimonio de Cristo, venciendo paradójicamente a la muerte con el sacrificio supremo de la vida.
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El resucitado está entre nosotros y vive entre nosotros. Sólo hay que abrir bien los ojos y buscarlo entre quienes sufren, entre quienes lo buscan sin hallarlo y entre la inmensa multitud de sacerdotes, fieles y religiosos que con su sacrificio diario dan muestra palapable de su fe sin fisuras y que hacen callar las voces que pretenden mostrar como única realidad del cristianismo los escasos casos de pederastia que a todos nos conmueven y averguenzan estos días.
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No se dejen engañar por estos espejismos, reales pero engañosos. La vedadera Luz del mundo viene de Cristo resucitado y por eso, como siempre cada año tenemos que felicitarnos de ser testigos del milagro de la Fe y de la victoria sobre la muerte. A todos:
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Feliz Pascua de Resurrección en la paz del Señor
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