Hace unos día oía a alguien que decía que no estamos en una época de cambio sino en un Cambio de Época. Efectivamente este es un argumento oído en diversos foros, artículos, conferencias y comentarios de actualidad. Como juego de palabras no es del todo malo, pero si profundizamos nos encontramos ante un vacío, ante la más absoluta indefinición y un reto prospectivo difícilmente salvable. Pero quizás si queremos sobrevivir en las mejores condiciones posibles a lo que vayamos a encontrarnos en el post-2030 haya que hacer un esfuerzo de imaginación responsable para prevenirnos de errores de percepción y que nuestras decisiones vayan encaminadas hacia la máxima eficacia.
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Las medidas tomadas por el nuevo Gobierno español, aun siendo de gran calado y suponiendo un sacrificio para la sociedad, y que quizás no han llegado aún a su máxima dureza, no dejan de ser fruto del viejo paradigma socioeconómico del siglo XX. Necesarias pero insuficientes en el medio y largo plazo. Peor aún sucede con las propuestas y acciones de una parte importante de la oposición, sindicatos y nacionalistas sobre todo, que tienen anclados sus pies (y sus mentes) en el siglo XIX.
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Me atrevo a hacer un diagnóstico de lo que esta crisis, económica y, sobre todo, moral nos va a deparar, no porque nos lleve a ello el FMI, la UE o los Gobiernos de los estados, sino porque sean los ciudadanos, como Vd y como yo, los que conquistemos nuestro futuro, hurtado por bancos y empresas, rematado por gobiernos y sindicatos. Se ha de derribar el actual sistema que está ya hundido, para crear un nuevo escenario en el que desarrollar el resto de nuestras vidas y las de las futuras generaciones que no merecen el oscuro futuro que entre todos les dejamos como herencia envenenada. Mi visión es la siguiente:
- Un generalizado regreso a la vida rural, donde el sudor y el esfuerzo físico cotidiano junto con el amor a la tierra dé como fruto el alimento, el pan nuestro de cada día, sin necesidad de subvenciones que matan de hambre a África, Asia y Sudamérica.
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- Un gran retroceso de las compañías "de servicios", es decir esas que venden lo que otros fabrican, a veces simplemente ideas, imaginación, diseño, ... humo, en definitiva.
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- Un incremento de la industria pesada desplazada a países del actual tercer mundo, Iberoamérica, liderada por Brasil y el Sur de Asia, liderado por India, donde la educación se desarrolla y las desigualdades sociales acaban siendo menores que en la vieja y derrotada Europa.
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- Un repunte desigual de la vida guiada por la Religión, sobre todo la Cristiana, en América del Sur, Asia y África que genera normas morales de forma que la dignidad del Hombre y el respeto a la libertad y la Justicia impere sobre los beneficios de corporaciones, especuladores y bancos. Finalmente Europa se dará cuenta de su error bisecular y retomará este camino religioso... pero eso será ya en el siglo XXII.
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- Un nuevo sistema de representación política que rompa con el injusto modelo liberal y modernista fracasado y triturador de derechos. Las viejas estructuras de poder se van a resquebrajar dando paso a la democracia directa, apoyada en las nuevas tecnologías y moderada y vigilada por un Poder Judicial real y verdaderamente independiente.
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- Los estados-nación tal y como los conocemos ahora perderán parte de sus funciones y de su poder frente a una Organización internacional verdaderamente democrática, es decir no ideológica sino judicial, y un aumento de las competencias de las administraciones locales. La corrupción es testimonial, perseguida y castigada. No queda ninguna Monarquía en el mundo, salvo la británica, como reclamo turístico.
Para llegar a esto, o a algo parecido, habrá sufrimiento, revoluciones y, quizás, guerras. Pero nuestro futuro es sólo nuestro y ha de ser conquistado desde ahora. Es un ejercicio difícil pero si dan, con cierta precisión, con los rasgos del escenario futuro tendremos mucho ganado. ¿Se atreven Vds.?