domingo, 14 de octubre de 2007

Indígenas. Un mito contra la Hispanidad

No me resisto a "colgar" de este blog el artículo que publica hoy el diario madrileño ABC, escrito por Don Manuel Lucena Giraldo, científico del CSIC, sobre el mito del "genocidio" en la America española. Cura para desmemoriados, acomplejados, resentidos e ignorantes. Disfrutenlo a ambas orillas del "charco".
.

Este año la «celebración» del 12 de octubre en Caracas va a tropezar con un grave problema logístico: ya no tienen estatuas de Colón que derribar, pues la que existía en el paseo consagrado a su nombre, realizada por el conocido artista Rafael Cova, erigida en 1904 para conmemorar la llegada del almirante a Venezuela en 1498, fue juzgada hace tres años «por genocidio», derribada y destruida. ¿Qué harán esta vez las masas populistas vestidas de rojo? ¿Quemarlo en efigie, como hacía la Santa Inquisición?
Aquello se veía venir (la policía, cuentan las crónicas, se limitó a mirar de lejos, no fuera a ser que Colón se defendiera) desde que el presidente venezolano, Hugo Chávez, declaró finiquitado el tradicional «día de la raza» instaurado a comienzos del siglo XX, en aquellas latitudes una celebración del mestizaje y el común origen hispánico (es decir, de la pertenencia de Iberoamérica al mundo occidental, que tanta ira produce al retrógado pero influyente académico norteamericano Samuel P. Huntington), para sustituirlo por el «día de la resistencia indígena».
De risa, pero en serio
Todo esto sería de risa, si no tocara tomárselo en serio (qué remedio). Porque indios en Venezuela, uno de los países iberoamericanos con un mestizaje más importante y una emigración más numerosa, la verdad es que hay que reconocer que hay muy pocos.
El censo de 1992 recogía tan sólo unos 300.000 (en la actualidad los venezolanos son más de veintisiete millones), pero las estimaciones recientes son al alza (medio millón), pues pertenecer a un «pueblo originario» tiene ventajas y subvenciones, de modo que muchos quieren pasar por nativos: es lo mismo que ocurre en España con apuntarse a ser nacionalista con deuda histórica, una bicoca.
Pero es que, además, en Venezuela la política estatal y educativa, financiada por un Estado petrolero «incluyente», que hizo importantes esfuerzos por integrar a las minorías, y subsidiador, fue respetuosa de las tierras comunales e introdujo ya en la década de los ochenta, bajo un gobierno socialcristiano, la educación bilingüe.
El efecto de todo esto es paradójico. El reciente furor indigenista del chavismo, multiplicado miméticamente por Evo Morales en Bolivia (ni de lejos el primer presidente indio de América, ya lo fue en México el gran Benito Juárez, un liberal y zapoteca puro que gobernó para todos los mexicanos dos veces entre 1858 y 1872) y veremos pronto si replicado en Ecuador -donde la poderosa Conaie (Confederación de Nacionalidades Indígeneas de Ecuador) fundada en 1986 se ha constituido en un actor político muy importante- puede implicar un verdadero abrazo de la muerte para las organizaciones indígenas existentes, cuyas causas y objetivos quedan diluidas cuando no liquidadas por la estrategia neopopulista, que trastorna su liderazgo y objetivos.
Influencias extrañas
Esta cuestión de la antigüedad y autonomía de las organizaciones indígenas (que en verdad constituyen parte fundamental de la población pobre y marginada en algunos países) no es baladí, pues la penetración de evangelistas y otras sectas protestantes, algunas Organizaciones No Gubernamentales y agentes del gobierno con mucho dinero, no solo trastorna sus comunidades, sino que «produce» un estereotipo de «originario» que maneja un lenguaje determinado, políticamente correcto, la versión 2007 del buen salvaje rousseauniano. Digámoslo pues sin rodeos: esto del indigenismo es un invento europeo, una abstracción que sirve en este momento intereses concretos, no precisamente de los indígenas, aunque beneficie a algunos de ellos que le sirven como sus fieles funcionarios.
Y frente a este nativo manufacturado a escala de los laboratorios académicos europeos y americanos, especializados en el turismo de verano, la reivindicación permanente y la experta asesoría (bien pagada) del conflicto social, la revolución o incluso la «justa» lucha guerrillera, se levanta la contrafigura de un español de pega, otro subproducto cultural diseñado desde los tiempos de la independencia para camuflar que, en buena medida, aquellos que la lograron en las nuevas repúblicas eran con frecuencia españoles puros o sus hijos, quizás menos americanos que los indígenas, mulatos y negros libres que con frecuencia constituyeron el grueso de las tropas realistas, defensoras de la perduración del vínculo con España.
Como productos también de laboratorio, estos «españoles» aborrecibles (e inexistentes) fueron estigmatizados y propagados como enemigos de la patria por el nuevo republicanismo.
A casi dos siglos del comienzo del proceso de emancipación en 1810, los rescoldos de aquellas imágenes mitológicas están a disposición de políticos sin escrúpulos, gestores culturales oportunistas y acomplejados varios, en un momento en que además las relaciones entre España y América, caracterizadas por el reciente y poderoso intercambio mutuo de emigrantes y capitales, requiere algo más que mitos iniciáticos, relatos de nación decimonónicos o imágenes potenciadoras de prejuicios. Las relaciones entre España e Iberoamérica se merecen algo mejor. Después de todo, en España aún quedan quienes añoran la soñada fraternidad hispana y americana cantada por el nicaragüense Rubén Darío, aquel que anunció: «Latina estirpe verá la gran alba futura». El mismo que cantó: «...Mientras la onda cordial aliente un sueño,/mientras haya una viva pasión, un noble empeño,/un buscado imposible, una imposible hazaña,/una América oculta que hallar, vivirá España...».
Hay en toda esta mitología del indígena americano un peligro, pero también, como en toda coyuntura cargada de fuerza simbólica, una espléndida oportunidad.

10 comentarios:

Jorge Aspizua Turrión dijo...

Muy buena entrada.

En América no hubo ningún genocidio por parte los conquistadores.

Todo lo contrario. Hernán Cortes, tras la noche triste, reunió como aliados a 60.000 indios en la de Otumba. El hecho es que allá y en el Perú se acabaron con los sacrificios rituales.

Y todo lo demás, se puede discutir.

Desde las discrepancias, un saludo

Jorge

Jorge Aspizua Turrión dijo...

Por cierto, el admirable poeta Rubén Darío buscó siempre huir de Nicaragua, donde por alguna razón que sospecho, no se sentía cómodo entre sus compatriotas.

Jorge

Suis dijo...

Olá!
Agradeço muito a sua visita.
Leio razoavelmente espanhol, mas ainda não escrevo nada nessa língua tão bela. Espero que me desculpe por me comunicar em português.
Passarei mais vezes por aqui.

K

Unknown dijo...

Todavia me acuerdo lo que me pude reir con la pelicula Amistad de Spielberg....

Es un tema manipulado como ocurre con el tema de la Inquisicion española... con cifras en las manos se ve que la inquisicion española no fue con mucho la peor como franceses e ingleses han intentado dejar constatado en la Historia.

Un placer, y para cualquier cosa, ya sabes que estoy en http://loschosenone.blogspot.es

Anónimo dijo...

El buque "Amistad", capitaneado por Bill Pinkney y Eliza Garfield, de escala en el puerto de Lisboa.......

Anónimo dijo...

Si la historia la han escrito los Ingleses. Ellos a los Indios de norteamérica les trataban muy bien, no te giba...
Esto es otra consecuencia de la llamda "leyenda negra" que llevamos 500 años arrastrando.
Estoy estudiando 4º de la ESO y las lecciones de historia "moderna" (de la edad moderna) son de risa:
Los españoles era muy malos hicieron la inquisición, explotaban a los holandeses, masacraban indios en américa, asesinaban impuemente a pacíficos turcos en Lepanto y quemaban en la hoguera a todos los alemanes. Menos mal que Isabelita de Inglaterra llego y puso orden.

Es que no me jodan, estamos acomoplejados de nuestra propia historia.

Lucas Aguirre. dijo...

pues no se eh? yo vivo en argentina, mi apellido es de conquistador, y aborigenes x aqui no se ven muchos, la conquista del desierto los mato a casi todos, y de donde venian esos conquistadores? de america no, tio.

Anónimo dijo...

Tras de que nos quitaron muchas riquezas que teníamos, aplastaron nuestras culturas y religiones, masacraron y destruyeron nuestros pueblos y gentes, explotaron y abusaron hasta de sus hijos criollos... ahora como que nos quieren quitar el derecho a reclamar? no jodan. Aquí hubo masacre y desastre y punto, y allá en europa nos deben mucho así que chito!

Abu Saif al-Andalusi dijo...

Amigo Félix, gracias por tu coemntario, pero te recuerdo que desde tu nombre hasta, seguro, tun apellido tiene aires de España, es decir, tu estirpe fue también "culpable". Culpable entre otras cosas de quitar a los locales esa sana costumbre de los sacrificios humanos.

Abu Saif al-Andalusi dijo...

Y más, cuando se escribe desde Colombia, y en concreto desde Barraquilla... a donde se iba "El Caimán". Todo muy indígena...